Hablar bien en público equivale a saber relatar una historia

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La mente humana tiene su propio sistema de preferencias. Tanto es así que recuerda mejor el cómo que el qué del mensaje. Un factor muy estimable cuando se trata de crear empatía con nuestra audiencia. En este artículo te guiamos en relación a las pautas que debes seguir para establecer un relato persuasivo y atrayente, con el que conectar con tu auditorio.

Probablemente recuerdas con agrado algún discurso o conferencia que te gustó. Sin embargo, si te preguntáramos por el contenido sería raro que supieras dar más de tres ideas. Está constatado que la mente humana recuerda más el cómo que el mensaje. Por este motivo, nuestro principal objetivo a la hora de hablar en público deberá centrarse en cómo despertar empatía en nuestra audiencia y no sólo en preparar contenido.

En esa sintonía se expresa la escritora Espido Freire, que ha impartido varios cursos sobre el arte de hablar en público en IMF Business School (una escuela de negocio que acaba de cumplir quince años), para quien la norma número uno cuando uno habla en público es “depende”.

En esa línea, esta experta conferenciante afirma que saber mucho de una materia no asegura en absoluto saber transmitirla. Por eso, ese “depende” al que alude Freire tiene mucho que ver con saber adaptarse al público que uno tiene adelante. Una buena comunicación oral tiene tres fases de trabajo: la preparación, el discurso y la acción.

La parte más importante reside en la preparación. En ella es esencial saber el público al que nos dirigimos: ocupación, sexo, edad y qué espera recibir. “Una persona que da el mismo discurso con independencia de donde se encuentre, no estará llegando de verdad al auditorio”, asegura la escritora.

En ese sentido, es importante plantearnos cuáles son nuestros puntos fuertes y debilidades frente a ese público, para reforzarnos en lo positivo y minimizar nuestras carencias. En palabras de Freire, “la improvisación no funciona”, ya que “un buen discurso lleva horas y horas de trabajo detrás”. Por eso debemos prepararnos para todo tipo de circunstancias y posibles imprevistos, como por ejemplo el tiempo disponible, que muchas veces no se ajusta al que nos habían asignado.

También es importante tener presente que la mente no está preparada retener más de tres ideas. Por este motivo, 1, 2, 3 es otra de las reglas de oro la comunicación. Si nos han marcado un tiempo de 15 minutos, debemos preparar una versión más extensa y otra más corta para asegurarnos de que transmitimos las tres ideas que queremos expresar. Freire también señala la sinceridad como un factor fundamental: “si algo no perdona el público es la falta de honestidad; montarse un personaje falso no funciona y acaba pasando factura”.

La escritora es partidaria de usar todas las artes de seducción (bien entendida), pero nunca mentir ni fingir algo que no somos. El caso es que en cada cultura funciona algo distinto, en el entorno americano funciona el empoderamiento, el hecho de transmitir entusiasmo colectivo y motivación (como el Yes, we can de Obama).

Sin embargo, en Europa somos más escépticos, y por eso hay que conquistar con una historia coherente y argumentada en la que transmitamos, sobre todo, valores. Hablar bien en público, en suma, es el resultado de un proceso que hay controlar desde mucho antes.

Para controlar el momento de la verdad es imprescindible llegar con tiempo. Y probar todos los elementos que van a intervenir: luz, megafonía y atril. El atril da confianza y cierta seguridad al crear un elemento que nos evita una exposición excesiva al público. Además, es un buen apoyo para las manos, esas con las que tantas veces no sabemos que hacer…

También resulta fundamental la hidratación, pero no solo cuando empieza la exposición, sino una media hora antes. Además de ayudar a relajarnos, el agua ayudará a aplacar la sequedad que comienza a producirse unos momentos antes de empezar la exposición, llamada la espiral de la tensión.

Respecto al aspecto exterior, la recomendación es un conjunto con el que la persona se sienta cómoda y adecuada. “Hay quien interpretará eso como un traje gris, o quien preferirá un vestido rojo”, asegura Freire. También dependerá mucho del tipo de auditorio que tengamos. En ese sentido, es importante tener presente que un espejo, por muy incómodo que nos resulte, es nuestro mejor amigo. Un ensayo general frente a él es el mejor test antes de llegar a la prueba final…

Fuente de contenido: expansion.com
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