Cómo desarrollar un liderazgo en funciones desde la posición ejecutiva

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Estamos en un tiempo de estimable incertidumbre política. Y por todos es sabido que la política funciona como una suerte de espejo concertante de la sociedad. Por este motivo, la actual coyuntura es una buena oportunidad para analizar cómo articular correctamente un liderazgo en funciones, como el que ahora mismo ostenta el Presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.

La situación política actual se representa en un escenario infrecuente. La imposibilidad de formar un gobierno se ha traducido en un ejecutivo en funciones durante tres meses y sin fecha de caducidad, ya que ni siquiera la convocatoria de nuevas elecciones garantiza que esta situación cambie.

De todas maneras, lo que es poco habitual en política sí que resulta más frecuente en el mundo de la empresa, donde el hecho de que un directivo ocupe una actividad transitoria es relativamente habitual. Claro que en este caso se denomina de manera interina y no en funciones. En esta dinámica, la pregunta es cómo debe gestionar un directivo interino, lo que pasamos a responder en los siguientes párrafos.

Guido Stein, profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones de IESE Business School, la escuela de posgrado en Dirección de Empresas de la Universidad de Navarra, señala que “lo primero que hay que distinguir es por qué se da la situación. Una cosa es el interim management, donde se busca al directivo para una labor determinada y a menudo crítica, como una fusión, una reestructuración o una refinanciación, y otra cosa diferente es cuando se produce un hecho puntual, como una crisis reputacional o una salida imprevista, que obliga a poner a alguien en el cargo hasta elegir a la persona que lo ocupará de forma definitiva».

«En los casos de interim management, se buscan personas con conocimientos específicos -hay empresas que ofrecen estos servicios y hasta una Asociación Interim Management España- y suelen estar sujetas a un protocolo, mientras que en los casos imprevistos lo ideal es que se elabore un plan con un principio y un fin, donde quede claro en qué consiste la interinidad y a quién se debe reportar», señala Diana Clarke, profesora de ESCP Europe, que añade: «Es un proceso que se tiene que hacer bien para que no genere incertidumbre, desmotivación en los equipos, ni parálisis». Otro de los riesgos cuando un segundo asume el mando de forma temporal «es que esa persona se frustre por no haber sido elegida para ocupar el puesto definitivamente», argumenta Stein.

Respecto a la trascendencia de las decisiones que se toman, JoaquínGarralda, experto en Estrategia Empresarial de IE Business School considera que: “un CEO interino debe tener una comunicación más habitual y directa con el consejo que uno que no lo es». Dicho de otra forma, tienen menos autonomía, lo que «no significa que no puedan adoptar medidas difíciles, ya que muchas veces se les ficha para ello».

Eso es lo habitual, aunque no tiene por qué ser lo ideal. «Una persona cuando ocupa un puesto tiene que hacerlo como si fuera a estar toda la vida, primero porque no sabes cuánto tiempo vas a estar y segundo porque si lo haces bien puede ser tu llave para otro puesto», dice Guido Stein.

Las conclusiones que podemos extraer para gestionar y evaluar el liderazgo de este tipo de situaciones son las siguientes:

“La situación de interinidad deben ser cuestión de meses porque si se prolongan en el tiempo generan incertidumbre y peleas internas», señala Joaquín Garralda. Respecto a los equipos, los expertos recomiendan que hay que hablarles claro, «afrontando la relación como si se tratara de un proyecto con un principio y un fin», dice Clarke. «Además, se juega con la ventaja de que muchas personas pueden tener la motivación de posicionarse para el tiempo que vendrá», opina Garralda, que señala que «mientras que su equipo se irá con Rajoy si éste no repite el cargo, en la empresa los altos ejecutivos pueden ser muy válidos para el nuevo directivo que llegue».

Política y empresa no son comparables, entre otras cosas porque «las compañías planifican las situaciones de interinidad, mientras que el Estado parece que no. Y no estaría mal que lo hiciera», concluye Diana Clarke.

Fuente de contenido: expansion.com

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